En 1982, tras el éxito de E.T. a alguien (Steven Ross) se le ocurrió la genial idea de crear un videojuego sobre la menciona película, para la plataforma Atari, éxito de ventas en aquellos tiempos.
Una vez conseguidos los derechos necesarios para realizar el juego E.T. se firmó un contrato de 20 millones de dólares, un presupuesto exagerado para un videojuego, y más en aquella época. La mayor parte del presupuesto fue gastado en campañas de marketing, en vez de realizar un buen videojuego, cosa que acabó pasando factura. Otro dato curioso es que para rentabilizar el juego debían venderse más unidades que consolas existentes en el mercado.
El juego debía hacerse en 5 meses, muy poco tiempo para hacerlo bien, pero finalmente lo hicieron, acabaron el juego y producieron 5 millones de cartuchos, sin hacer ningún test de mercado.
Cuando el juego salió a la venta obtuvo muy buenos resultados, se vendieron más de 1 millón de copias, pero, habían producido 5 millones. Los jugadores empezaron a darse cuenta de la pésima calidad del juego, repleto de errores. Dada la mala calidad del juego las ventas empezaron a reducirse hasta que atari se encontró con millones de copias del juego que no podían vender. Con estas copias decidieron enterrarlas en el desierto de Nuevo México. Todo esto ha hecho que el juego se haya convertido en un objeto de culto, deseado por todos los coleccionista, a pesar de su mala calidad.
No fue Nintendo ni Sega, ni tampoco Sony y mucho menos Microsoft, quien comercializó la primera consola de videojuegos de la historia. Fue Philips, y concretamente, su filial estadounidense, quien lanzó la primera consola de videojuegos, llamada Magnavox Odyssey. La consola fue lanzada al mercado norteamericano en Mayo de 1972, a unos 100$ por unidad. Venía empaquetada con 6 cartuchos que contenían juegos de la simplicidad de Pong, el título más famoso.
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